¿Cambias o reaccionas?
El desarrollo de negocio, la reactividad y el cambio
Canción sugerida para acompañar la lectura de este post: Nahuel Pennisi - Todo Cambia (En Estado Acústico)
Tendemos a pensar que el desarrollo de negocio es un factor que conjuga sólo las disciplinas de marketing y ventas, pero no sólo abarca estas áreas, sino que alcanza a toda la estructura. Aunque efectivamente, en toda la esfera organizacional el desarrollo de negocio propone algo que es innato en el progreso de las sociedades y el ser humano; el cambio. Es decir, que el desarrollo de negocio es una de las más importantes palancas que originan cambios, proponiendo medidas y estrategias consecuentes.
El desarrollo de negocio define el avance de una compañía a través de las estrategias a adoptar, con una mirada que supere los avatares de lo cotidiano. Para ello se necesita un tiempo y un espacio para pensar, hacer brainstorming, escribir, dibujar, hacerse preguntas que nadie más hace, cuestionar las creencias establecidas. Esto se puede hacer en la solitud del CEO, desde un comité o en equipo (lo último es lo mas recomendable). Pensar en el desarrollo del negocio es un ejercicio que debe realizar toda corporación sana con cierta periodicidad, como algo que la entrena para la supervivencia.
Pero llega el momento de pasar a la acción, y ahí es cuando el desarrollo de negocio impulsa el cambio, activando a la estructura y transformando a los profesionales. El conjunto de disciplinas implicadas en los procesos de desarrollo nos brinda infinitas opciones, entre ellas destaco la posibilidad de identificar y sacar partido de oportunidades, crearlas donde no las hay, adaptarnos al mercado, innovar, establecer alianzas estratégicas, expandirnos a nuevas zonas geográficas, mejorar procesos, definir o redefinir las estrategias, la misión, la visión y los valores de la empresa, etc. Cada uno de estos procesos es movilizante e iniciador de cambio y adaptación.
Mucho se ha escrito ya sobre los procesos de transformación y como éstos abordan la cultura organizacional. En mi opinión, una compañía en permanente adaptación se convierte en sobreadaptada o hiperreactiva.
La reactividad
Según la psicología freudiana, somos reactivos cuando producimos un cambio en nuestro comportamiento para satisfacer las expectativas de un observador. Sin duda es una conducta muy relacionada con los niveles de autoestima, tanto los individuales, como los colectivos.
Se han realizado numerosos estudios al respecto, si te interesa el tema del comportamiento organizacional bajo observación, te sugiero leer sobre el "Efecto Hawthorne". En los años 20 del siglo pasado, en una fábrica de Chicago, se descubrió que una mejora en la productividad no se debió a los cambios experimentales operados, sino al efecto motivador que supuso entre los obreros el saber que estaban siendo objeto de estudio. (En el año 2009, en una revaluación de los datos originales, los economistas de la Universidad de Chicago John List y Steven Levitt encontraron que la productividad variaba también en función de otros factores, como el ciclo semanal de trabajo o la temperatura estacional, etc.)
¿Cómo podemos evitar caer en la hiperreactividad?
A menos que tengas una tienda de música en Harlem especializada en las últimas tendencias del Rap y el Hip-Hop, donde cada día nacen y mueren diversas deidades del género, no es ni necesario ni útil ser hiperreactivos al cambio, ni estar "siempre" mirando puertas afuera, porque eso no te solucionará demasiado puertas adentro. Si quieres permanecer en el negocio, puedes coquetear de vez en cuando con la moda, pero no hace falta "ser la moda" y convertir tu compañía en una tendencia efímera.
Es necesario adoptar una rutina de pensamiento estratégico conducida hacia el desarrollo del negocio y hacia su verdadera esencia, a la vez hacia fuera y hacia dentro. Porque la reactividad a corto plazo nos puede deparar un resultado (ROI) interesante, pero la hiperreactividad nos resta foco y en el mediano o largo plazo acabará con la esencia, la misión y los valores de nuestra compañía, marca o producto. Debemos conectar la visión con la estrategia para decidir la palanca de cambio que nos lleve a fortalecer el "porqué y para qué estamos aquí".
En este viaje desde la reactividad hacia la excelencia que atravesará toda la organización, aparece lo mas provocativo y seductor de la historia: el insight de "cómo se nos percibe". La línea de coherencia que hemos adoptado entre la visión, misión y estrategia, calará entre nuestros empleados, quienes visualizarán un camino con sentido y futuro, al cual querrán pertenecer, aumentando así el engagement, y lo mismo sucederá con nuestros clientes y proveedores. En Genetikomm a este proceso lo llamamos Spherical Complexity™. Es el camino que traslada la visión original de los fundadores de la empresa o el CEO actual hacia los diversos stakeholders.
Para que esa visión de futuro esté en sintonía con la esencia de la organización, la estrategia de cambio debe acompañarla. El ROI es importante, sí, pero no pierdas el foco persiguiendo el resultado inmediato, porque en este proceso vas a perder resultados mas importantes
El cambio debe cubrir una necesidad, pero también debe honrar la identidad. Ésa es la diferencia entre el cambio genuino y la reactividad.
Coyunturalmente estamos presenciando una hiperreacción al cambio contextual en Cataluña. Las empresas reaccionaron, a mi juicio, excesivamente y anticipadamente a dicho cambio. Mudando sus sedes, convocando a inversores, accionistas, medios, tomando partido por un lado u otro. En esta reacción perdieron, vuelvo a convocar mi parecer, muchas veces la compostura y las formas organizacionales, y con ellas se resintió su esencia. Desde el punto de vista del desarrollo de negocio, si esas mismas compañías hubieran tenido una mirada más integradora de la complejidad, hubieron descubierto muchas oportunidades de tender puentes, sin necesidad de entrar al juego de la política. Estos puentes nos dejarían hoy un paisaje distinto: desde la estrategia apostarían por el win-win, y desde la concepción del negocio, respetarían el legado y los hechos fundacionales de la compañía.
En una época de cambios vertiginosos, de realidades cambiantes y efímeras, nos corresponde pensarnos como seres sociales y organizacionales, donde cada decisión que tomemos o que no tomemos afectará positiva o negativamente y condicionará al resto. Y mucho cuidado con caer en la trampa mental de no decidir o no cambiar nada, porque no decidir y no cambiar es una decisión, que a menudo puede cambiar el orden de las cosas.
Llegados hasta aquí, recuerdo una frase de Darwin que dicta: No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que responde mejor al cambio. Para mí, "responder mejor" significa mantener el foco y el timón en la tormenta.
Este post está inspirado en la figura del almirante neerlandés Michiel de Ruyter, que ante la provocación del enemigo inglés, quien era superior en número y potencia, supo mantener el timón y el foco para aprovecharse de las oportunidades. Recomiendo leer su historia. Incluso puedes verla en forma de película: Michiel Adriaenszoon, el almirante Michiel de Ruyter.